Lo reconozco: el asunto de las elecciones al campo, me pirra. Quizás sea porque mis pinitos en el periodismo agrario coincidieron con el primer proceso a Cámaras Agrarias celebrado en Aragón o porque me gusta observar las barbaridades que se dicen y se hacen por las tensiones de las campañas electorales, o porque me resulta curioso analizar los resultados de los comicios y ver «el mapa» de cada organización agraria…

Lo cierto es que he escrito mucho sobre el tema y admito que he disfrutado haciéndolo. Contando los innumerables procesos electorales de Cataluña —que sistemáticamente los convoca cada cuatro años a pesar de que no convenza a los consejeros del agro catalán—, pasando por los de Aragón, Castilla León o Murcia, o resaltando que Castilla La Mancha, Andalucía o La Comunidad Valenciana nadie muestra el mínimo interés por dichos comicios. 

También traté el asunto en 2009,  cuando se publicó la Ley de creación de órganos consultivos del Estado en el ámbito agroalimentario y de determinación de las bases de representación de las organizaciones profesionales agrarias. Entonces, tras meses de trabajo de un equipo de expertos convocado por Elena Espinosa, se concluyó que lo mejor era potenciar eso de «virgencica, que me quede como estoy». ASAJA, COAG y UPA se dieron con un canto en los dientes al mantener el statu quo y evitar que entrara en juego la nueva Unión de Uniones, creada en septiembre de 2008 por las organizaciones regionales escindidas de COAG en Castilla León (UCCL), la Comunidad Valenciana (ULLIR) y Cataluña (UPC). Su líder es José Manuel de las Heras, quien fuera secretario general de COAG y dicen que buen amigo del popular José Valín.

Elecciones agrarias: democracia para el campo VS el desquite de Cañete

Y llegamos al momento actual, en el que el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, se ha empecinado en abrir la Caja de Pandora y soltar los truenos de celebrar unas elecciones, no autonómicas, como hasta ahora, si no nacionales. Sobre ello varios compañeros periodistas y bloggers también han escrito bastante y con acierto: Olatz Ruiz calificó el proceso como «el  charco de Cañete», Vidal Maté se planteó para qué iba a servir, y Felipe Medina ha expuesto un sinfín de dudas que nos asaltan a muchos.

Así, a estas alturas, todos sabemos que todas las organizaciones agrarias dicen que irán a las urnas, pero con la boca pequeña, porque por detrás afirman que ni es el modo, ni el momento. Todas, excepto una, la Unión de Uniones, que sería la que más ganaría porque por fin saldría en el retrato con ASAJA, COAG y UPA, algo que hasta la fecha no ha conseguido.

Sin embargo, mi duda principal es ¿por qué Cañete se empeña en celebrar elecciones agrarias? ¿Acaso no se cree la composición actual del Consejo Asesor Agrario? Si este organismo es consultivo y no es decisorio ¿por qué quiere cambiar su composición?

Su obsesión con este asunto viene de lejos, puesto que en su anterior legislatura como ministro del agro se quedó con las ganas. Pero, ¿para qué? ¿Para quedar en los anales de la historia agraria como el que puso negro sobre blanco la representatividad del campo español? ¿Para beneficiar a la Unión de Uniones y que entre en el Consejo Asesor Agrario (aunque con ella también se reúnen)? ¿Para estresar y desgastar más a unas organizaciones agrarias con las que no se encuentra cómodo y que están a mínimos?

Y me quedan más dudas: censo, presupuesto, conformidad de las comunidades autónomas a los procesos (algunas como Castilla León lo celebró hace poco más de una año), …

Señor ministro, no nos hable de que el campo necesita democracia, porque ahora, con la que está cayendo, no toca. Si quiere pasar a la historia, sea constructivo con las organizaciones agrarias, esas que le tocan la moral con sus acciones y comentarios. Dialogue más con ellas y no se desquite con notas de prensa o elecciones agrarias.

El tiempo es el que pone a cada uno en su lugar, no unos comicios forzados

Escrito por Elisa Plumed

Periodista especializada en agricultura y alimentación.

11 Comments

  1. eduardo moyano estrada 14 febrero, 2014 at 16:28

    Elisa: Hace un año publiqué en Agronegocio un artículo con el título elocuente: «La agricultura no necesita elecciones». Por el título puedes adivinar lo que pienso. Te lo reproduzco.

    «No sé a quién se le ha ocurrido la idea de proponer la convocatoria de elecciones en el campo. No sé si ha sido iniciativa del propio ministro Arias Cañete o de alguien de su entorno, o de alguna de las tres organizaciones profesionales agrarias para asegurar su hegemonía o resolver problemas internos (que podrían tratarse bastante bien con los criterios que establece la actual Ley 10/2009).

    Cuando se les pregunta en privado a los dirigentes profesionales por esta iniciativa, esquivan la respuesta o bien declaran sus firmes convicciones democráticas para no oponerse a ella. Sin embargo, sotto voce, reconocen los problemas que les plantea unas elecciones agrarias que, en opinión de muchos de ellos, y que comparto, son innecesarias e inoportunas.

    Veamos por qué son innecesarias. En democracia, cuando se convocan elecciones no se hace con el objetivo final de medir la representatividad de las organizaciones que concurren a ellas, sino con la finalidad de constituir los correspondientes órganos colegiados. Por ejemplo, las elecciones legislativas se hacen para elegir los diputados o senadores que deben constituir el Congreso o Senado, pero su objeto no es medir la representatividad de los partidos políticos. Lo mismo ocurre con las elecciones autonómicas, cuyo objetivo es constituir los parlamentos regionales. Las elecciones sindicales en el mundo laboral se celebran para elegir los componentes de los comités de empresa. ¿Acaso para medir la representatividad de la CEOE o de las organizaciones que la componen se utilizan elecciones entre los empresarios?.

    En el caso de la agricultura, tenemos varios ejemplos de procesos electorales, todos ellos dirigidos a la constitución de órganos administrativos y/o de gestión. Así, por ejemplo, en las denominaciones de origen del vino, las elecciones tienen lugar para constituir los consejos reguladores. En las zonas regables, se eligen mediante elecciones a los componentes de los órganos directivos de las comunidades de regantes. En el cooperativismo, se utilizan procesos electorales para elegir a los miembros de los consejos rectores.

    A nivel de la UE, son excepción los países que celebran elecciones generales en la agricultura con participación de sus organizaciones profesionales. Uno de ellos es Francia, donde las elecciones tienen por objetivo designar a los miembros de las Cámaras Agrarias, que son órganos con importantes funciones de gestión administrativa y de prestación de servicios a los agricultores. El hecho de que se utilicen las elecciones como medida de la representatividad de los sindicatos agrarios franceses, es una consecuencia de lo anterior, y no un fin en sí mismo. La mayoría de los países de la UE miden la representatividad de sus organizaciones agrarias por otras vías (número de afiliados, número de sedes abiertas,…) sin recurrir a procesos electorales.

    En el caso español, una vez desaparecidas las Cámaras Agrarias o reconvertidas en órganos administrativos, no veo la necesidad de convocar elecciones en el campo. ¿Para qué? ¿Hay algún órgano colegiado cuya constitución precisaría la designación de sus miembros mediante elecciones? La verdad es que no. El previsto Consejo Agrario sería un órgano de naturaleza consultiva, cuyos componentes podrían ser designados por consenso entre las organizaciones profesionales y la federación de cooperativas, sin necesidad de someter al sector a una convocatoria electoral.

    Pero es que además de innecesaria, la propuesta de elecciones agrarias es inoportuna. En un momento tan importante como el actual, con una reforma de la PAC a las puertas, y cuando todo el sector agrario español ha sido capaz de poner en valor lo que les une y dejar a un lado lo que les separa, logrando fijar una posición común ante la reforma, me parece inoportuno zarandearlo ahora con unas elecciones que, como suele ocurrir, hará destapar las diferencias entre las distintas organizaciones agrarias y provocar confrontación entre ellas. Cuando tendría que estar todo el sector remando en la misma dirección, para fortalecer la posición de España en Bruselas, y cuando todo el esfuerzo organizativo debería estar concentrado en ese objetivo, resulta que se lanza ahora desde el ministerio la propuesta de convocar elecciones. La inoportunidad no puede ser mayor.

    Asimismo, en un momento de crisis económica, me parece una frivolidad someter al sector a una campaña electoral que exigirá destinar recursos si se quiere que haya un nivel digno de participación, ya que el riesgo de convocar elecciones y obtener un bajísimo nivel de participación es un riesgo real.

    Luego, está el problema del censo electoral, que en el caso de la agricultura no es tarea fácil. ¿Quiénes deben ser electores? ¿Todos los titulares de explotaciones, con independencia de su dedicación? ¿Sólo los agricultores a título principal? ¿Sólo los que estén registrados en el régimen especial agrario? ¿Se incluyen los que están en el régimen general? Un auténtico lío, que dará lugar a tensiones entre las organizaciones profesionales, ya que en función de cómo sea el censo, unas tendrán más ventajas que otras.

    Finalmente, está la propuesta de que la composición del futuro Consejo Agrario refleje proporcionalmente los posibles resultados electorales. Me parece también inoportuna e inadecuada. El objetivo de todo órgano consultivo, y éste lo sería, es alcanzar acuerdos entre sus miembros para emitir informes lo más consensuados posible. Para facilitar la cultura del consenso, estos órganos procuran ser paritarios en su composición con objeto de evitar imposiciones de unos grupos sobre otros. Tal como se prevé en el proyecto presentado por el ministerio, nos encontraríamos con un Consejo Agrario, donde una organización impondría su mayoría sobre el resto, lo que es el mejor modo de obstaculizar el camino del consenso que se busca con este tipo de órganos consultivos, y la vía más fácil para romper el buen ambiente de colaboración que se ha creado entre las organizaciones.

    En definitiva, por innecesarias e inoportunas, ruego que alguien con sentido común pare una iniciativa como ésta, que sólo conducirá a dividir al sector, a gastar más y a desviar la atención de lo que debería ser lo fundamental, trabajar juntos en lograr para España una buena reforma de la PAC. En último caso, si el Ministerio sigue adelante con su propuesta, espero que, al menos, los gobiernos de las Comunidades Autónomas que hasta ahora no han convocado elecciones en sus territorios, no secunden esta iniciativa. En caso contrario, llegaríamos al absurdo de una convocatoria electoral a nivel estatal, y luego 17 convocatorias regionales. Nuestro sector agrario alcanzaría, sin duda, el cenit democrático, pero a qué precio.

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    1. ¡No sabes cómo me reconforta este artículo! (Por supuesto, mucho mejor argumentado que el mío). Tras los comentarios de varias personas que se molestaron por mis palabras de «la democracia en el campo ahora no toca», —comentarios que se pueden leer en el mismo blog— pasé varios días rumiando mis argumentaciones. Mis ideas no las considero antidemocráticas, pero hay que ser prácticos, lógicos y el momento no es ahora. Algunas organizaciones agrarias están con pinzas por los continuos recortes y esto aún sería peor para su supervivencia.
      Además, estos comicios son para medir ¡¡la representatividad en un órgano consultivo!! Al que el ministro le puede hacer caso, o no. Sin duda, como bien dices, una gran frivolidad cuando hay recortes por todos los sitios (seguros agrarios, promoción de alimentos, cofinanciación del Segundo Pilar,…)
      Sobre el censo, personalmente, siempre he pensado que es el quid de la cuestión, si es que el proceso electoral se quiera hacer bien, claro. Creo que el último censo se elaboró en 2009, pero aunque varias veces me he interesado por él, no he encontrado ninguna información al respecto. Para mí, todo un misterio.
      Y sí, aunque nadie me lo ha dicho, tras escuchar varios comentarios, pienso que lo de celebrar elecciones es un empeño personal de Cañete. No se entiende de otra manera.
      Ahora bien, como todo va tan lento, puede que al final, Cañete se vaya del Ministerio sin conseguir medir el peso de las organizaciones agrarias, esas que tanto le molestan (UPA y COAG, sobre todo).
      Sólo nos queda esperar, ¡a ver a qué pasa!
      Un abrazo y mil gracias por pasarme tu artículo. De nuevo, un lujo.

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      1. eduardo moyano estrada 17 febrero, 2014 at 10:29

        Si hay cierre de filas entre las tres organizaciones, no habrá elecciones. El problema es la división de COAG

  2. Constantino Gil 22 enero, 2014 at 20:19

    …»Señor ministro, no nos hable de que el campo necesita democracia, porque ahora, con la que está cayendo, no toca.»… tremendo… en fin: https://uniondeuniones.org/profiles/blogs/elecciones-agrarias-o-el-retrato-de-dorian-gray-tribuna-de-opinio?xg_source=activity

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    1. Hola Constantino. Ya veo, a lo Baltasar Gracián, lo bueno, si breve…
      Por cierto, ese artículo que nombras también está enlazado en mi artículo, en la siguiente frase: «Todas, excepto una, la Unión de Uniones, que sería la que más ganaría porque por fin saldría en el retrato con ASAJA, COAG y UPA, algo que hasta la fecha no ha conseguido».
      No obstante, gracias por aportarlo de nuevo.
      Saludos.

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      1. Constantino Gil 22 enero, 2014 at 22:54

        Un saludo y enhorabuena por el blog.

      2. Elisa Plumed 23 enero, 2014 at 0:19

        Que me leas, un honor!
        Nos seguimos… más que nada, por eso de hacer gimnasia mental 😉

  3. Independientemente de otras consideraciones, estoy con quienes reclaman elecciones por puro prurito democrático. La democracia o se respeta o no se respeta, se la cree uno o no se la cree, no caben términos medios. Se empieza retrasando unos comicios con cualquier excusa y se acaba poniendo mandamases a dedo. Como bien dices, durante mucho tiempo se han preterido en varias comunidades autónomas. No solo ha ocurrido en las «generales agrarias», tampoco se han convocado, durante años, en muchos consejos reguladores, contribuyendo con ello al deterioro de los mismos y a algunos lodos actuales. Un país democrático lleva la democracia por bandera (y en ese sentido Cataluña ha dado un ejemplo, según cuentas), lo demás es una falta de respeto a los fundamentos de las sociedades libres, no cabe otra lectura. Si en algo hay que ser radical es en la defensa de la democracia en cualquiera de sus formas, pues si pensamos que las elecciones en ámbitos menores no son importantes, es que nuestro pedigrí democrático tiene muchas carencias. No olvidemos que «la que está cayendo» proviene en buena medida de nuestro déficit democrático. Por último, las organizaciones agrarias, que tanto hicieron (no todas) por que la democracia llegara a nuestro país, deberían estar pidiendo a gritos elecciones, en vez de apoltronarse en una de las carencias más peligrosas del sistema (¿o quieren seguir los pasos de otros sindicatos que también nos están alegrando estos días con su sentido democrático?).

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    1. Excelente comentario Miguel Ángel. Después de mucho pensar tus palabras, creo que quizás tengas razón y que lo que nos falte sea «pedigrí democrático». Personalmente insisto en que si el statu quo actual se mantiene desde los años 80, cuando lo instauró Carlos Romero (según me contaron en su día), creo que bien se puede mantener un poco más. ¡A mi también me gustaría saber quién es quién en este mundo de las OPAs! Sin embargo, actualmente las organizaciones agrarias están «con pinzas» y el coste y desgaste de unas elecciones aún las machacaría más, lo cual perjudicaría más a la interlocución con el sector… Bueno, «interlocución», eso también es «un decir», puesto que muchos políticos en lugar de negociar con ellas, simplemente les comunican…
      ¿Ves? Al final va a ser eso, ¡lo del pedigrí!
      Muchas gracias por tus palabras… ¡No sabes lo que me ha costado responderlas!

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  4. Pilar Galindo 20 enero, 2014 at 14:20

    A mí eso de decir que «la democracia, no toca»… ¡! ¿Cómo que no toca la democracia? lo que ocurre es que muchas veces la democracia incomoda, generalmente cuando lo que se impone no tiene que ver con la realidad, o con lo que la mayoría piensa o se carece de legitimidad… estoy cansada de escuchar eso de que «con la que está cayendo no toca esto o aquello» y así parece que se justifica aparcar o suprimir normas básicas y elementales de nuestra convivencia -a veces, derechos- que ha costado mucho conseguir. En este tema de la representatividad agraria, todos sabemos que la distribución de la tarta para contentar a todos no se corresponde con la realidad en muchos casos… creo que conocer la realidad, la de verdad, y la democracia, nunca están de más… lo peor quizá sea que esté de menos..

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    1. Pues tienes razón Pilar. Y esto mismo he estado debatiendo por Twitter con Alicia Vives (@aliciavivesg). Es cierto que lo que se hizo en 2009 fue un paripé: acordar sobre el papel un statu quo de ASAJA, COAG y UPA con el que muchos (incluso el Ministerio) se quedaron tranquilos. Saber qué organización agraria tiene más peso en este país es tarea harto difícil y como durante años ha sido (y de momento es) imposible saberlo, se ha dado por bueno el diálogo a tres bandas con ASAJA, COAG y UPA (excluyendo, de momento a la Unión de Uniones).
      Lo que ocurre es que ahora, en mi opinión, no es el momento de estas elecciones. No me parece demasiado ético que, con los recortes que hay en multitud de áreas (seguros, modernización de regadíos, cofinanciación de ayudas europeas, etc) se destinen alrededor de un millón de euros (según he leído) a unas elecciones que no corren tanta prisa… Si se ha estado así desde 1977, bien se puede esperar a un par de años más a ver si salimos del atolladero económico, ¿no?
      Y por supuesto, estoy con tu frase final «creo que conocer la realidad, la verdad y la democracia nunca están de más». ¡Chapó!
      Ah!! Y mil gracias por tu comentario. Lo bueno es debatir e intercambiar opiniones.

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